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La videovigilancia: tecnología al servicio de la seguridad
La instalación de cámaras de vigilancia en calles, edificios, instalaciones públicas y comercios gana cada día más seguidores por su comprobada eficacia en la reducción de delitos. Esta tecnología combina las ventajas de los circuitos cerrados de televisión (CCTV) con los beneficios de las redes de comunicación. Por ello constituye el complemento perfecto para los sistemas de alarmas. Aunque hoy en día es casi imposible cuantificar el número de dispositivos instalados en grandes ciudades como Madrid, es un hecho que estos ojos electrónicos alejan a posibles criminales y aumentan la sensación de seguridad.
¿Qué son los CCTV y cómo funcionan?
La videovigilancia es un sistema tecnológico de vigilancia visual remota que permite detectar situaciones de riesgo y registrar posibles eventos mediante cámaras, fijas o móviles, instaladas en lugares estratégicos. Estos dispositivos forman parte de un circuito cerrado de televisión (CCTV).
Las imágenes pueden ser transmitidas en directo a un monitor y también grabadas para posteriores revisiones. Actualmente, con la incorporación de Internet, es posible establecer una conexión a una red IP y de esta manera visualizar las imágenes en tiempo real desde un punto remoto. Es decir, los actuales sistemas de videovigilancia CCTV permiten enviar las imágenes captadas a la red local o de forma directa a Internet, sin que exista incompatibilidad entre los tradicionales CCTV anlógicos y las modernas redes.
El principal componente de un CCTV es la cámara. Debe tratarse de un equipo profesional y especialmente diseñado para instalarse en zonas de difícil acceso para cualquier persona. Su capacidad rotatoria le permitirá moverse hacia arriba y hacia abajo y a los costados para captar diferentes ángulos de una escena. Cuando están expuestas a la intemperie, lo ideal es que tengan viseras que las protejan del sol y la lluvia. Según el modelo, podrá grabar con nitidez en áreas expuestas a luz intensa y también las hay con infrarrojos para las zonas oscuras.
Otros elementos del circuito de vigilancia son el monitor, cuya funcionamiento requiere de la instalación de un cable coaxial y un sistema de procesamiento de datos. Sin embargo, con el desarrollo de las nuevas tecnologías muchos de estos dispositivos funcionan con enlaces inalámbricos y el almacenamiento de la información es virtual.
Beneficios de instalar cámaras de vigilancia
La principal ventaja de las cámaras de vigilancia IP es que son flexibles y fáciles de instalar. Además, se adaptan a cualquier sistema de videovigilancia empresarial o particular previamente colocado. En estos casos se reducen de forma considerable los costes. Y aunque existen sistemas para cada presupuesto, la videovigilancia debe ser considerada como una inversión más que como un gasto, en especial si se tienen en cuenta los beneficios de contar con un CCTV.
Entre ellos destaca el que las cámaras ayudan a evitar robos, ya que pocos delincuentes que se atreven a entrar a un comercio o vivienda protegido por un sistema de vigilancia. Estos dispositivos se han hecho vitales para la seguridad de los ciudadanos, ya que una vez que las cámaras registran alguna transgresión a la ley, las imágenes ingresan a un fichero de seguridad al que las autoridades tienen acceso.
Sin embargo, los principales beneficiarios de la videovigilancia son las grandes compañías y las administraciones públicas, ya que con la instalación de cámaras se requiere de menos personal para el control de áreas extensas como almacenes, aeropuertos, parques, plazas, autopistas y avenidas. Además, gracias a Internet y al desarrollo de dispositivos móviles, el usuario tiene acceso a las imágenes en tiempo real y de forma remota, lo que permite activar los protocolos de alarma de que disponga en caso de cualquier eventualidad o emergencia.
Funciones de las cámaras de videovigilancia
Las funciones que cumple la videovigilancia son diversas. En materia de seguridad, no solo contribuye a aminorar los robos y otros delitos en viviendas, espacios públicos o comercios. También sirve para controlar el acceso y salida de personal, proteger mercancía expuesta a la venta, evitar fraudes en cajas o con tarjetas de crédito, regular el tráfico vehicular y hasta como herramienta para evitar la propagación de incendios o dar respuesta oportuna en caso de accidentes, inundaciones o cualquier otra contingencia.
Los usuarios por excelencia de estos sistemas son las entidades financieras. Hoy en día es inconcebible un banco que no disponga de cámaras de vigilancia, tanto para el control de sus mostradores como de sus cajeros automáticos. Con esto no solo se protegen de posibles robos, sino que también llevan registros de sus operaciones y de posibles errores en los procesos. En el sector comercio permiten controlar los accesos, las mercancías y las cajas registradoras.
Asimismo, la videovigilancia es de gran utilidad en sistemas de transporte público, tanto superficiales como subterráneos, especialmente para proteger a operarios y pasajeros de agresiones y hurtos. Lo mismo ocurre con los aviones, aeropuertos, embarcaciones, estaciones y trenes. Su uso se ha extendido también a es espacios públicos urbanos como parques y plazas, a colegios, universidades, centros de salud, edificios gubernamentales e industrias, entre otros.
Regulaciones a la videovigilancia y sanciones
Aunque sus orígenes se remontan a los años 50, el uso de los sistemas de videovigilancia comenzó a expandirse a mediados de los 80. De acuerdo con especialistas, la necesidad de vigilancia surgió como respuesta a los altos índices de criminalidad que se registraron en esa época. Con el paso del tiempo, se fueron perfeccionando hasta llegar a los sofisticados mecanismos que conocemos hoy en día.
Aunque existe consenso en que la videovigilancia reduce las probabilidades de hurto, el tema de la posible invasión al derecho a la privacidad ha estado presente siempre en el debate en torno a la videovigilancia. Por esa razón cada país ha creado normativas específicas que regulan su uso. Sin embargo, ello no ha impedido que las ventas de estos dispositivos se haya disparado en los últimos años. Solo en Madrid se estima que decenas de miles de establecimientos, empresas y particulares han instalado cámaras de vigilancia.
En aeropuertos, autobuses, trenes, calles y hasta en sitios de interés turístico como edificios históricos y museos los ciudadanos son grabados sin saberlo. Esto suele ser un punto a favor de la administración pública, ya que se garantiza la seguridad de los trabajadores y visitantes. No obstante, hay quienes consideran que la excesiva vigilancia vulnera el derecho a la intimidad de las personas. Por ello, en el caso de España, contempla sanciones para quien utilice las imágenes para fines ilícitos o sean difundidas sin el consentimiento de la persona grabada. También se considera ilegal la instalación de cámaras en lugares de alta intimidad como probadores, lavabos o vestidores.
